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Cómo un gigante vitivinícola español se enfrenta a un clima cambiante

El grupo de vinos finos Compañía Vinícola del Norte de España (CVNE) está realizando un esfuerzo concertado para asegurar su futuro a largo plazo frente al cambio climático, tanto en términos de dónde invierte como de cómo opera.

 

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Hablando con el negocio de las bebidas En ProWein, el consejero delegado, Víctor Urrutia, ha desvelado que la compañía lleva mucho tiempo pendiente de cómo puede afectar la crisis climática a sus viñedos, que suman unas 900 hectáreas (en su mayoría en Rioja, pero también en las Rías Baixas, Ribera del Duero, Valdeorras y Cava) en la actualidad.

"El Mediterráneo ha sufrido enormemente la sequía en los últimos dos años", explicó. "Estamos ubicados en el norte de España. Todo lo que hemos estado plantando y comprando en los últimos 20 años está a gran altitud y alta latitud, donde hace más frío".

Una de esas adquisiciones recientes fue La Val en Rías Baixas, que fue comprada por CVNE el pasado mes de marzo.

"Es una propiedad histórica, uno de los miembros fundadores de la denominación", compartió Urrutia. "Venía con 40 hectáreas, y además compramos otras 60 hectáreas, lo que nos lleva a un total de alrededor de 100 hectáreas de albariño. Necesitamos tener la propiedad de los viñedos para controlar la calidad. Llevamos muchos años mirando el albariño, y es la última pieza que falta para nuestra cartera en España".

Urrutia divulgó que ahora hay planes inmediatos para ampliar aún más el tamaño del área de viñedos de La Val.

"El desafío que tenemos ahora es interpretar esos viñedos a través de diferentes vinos y expresiones de un solo viñedo".

Una de las ventajas de invertir en las Rías Baixas para la viabilidad a largo plazo de la producción vitivinícola de CVNE es que la sequía no es un problema. Llueve, y mucho. Según Wines of Galicia, la región, que se encuentra cerca del Atlántico, recibe más de un metro y medio (1.600 milímetros) de lluvia al año.

"Uno de los retos que tenemos en La Val es airear el suelo para mejorar el drenaje, porque se ha compactado con el paso de los años. Es un problema totalmente opuesto al que se puede ver en el sur de España", explicó Urrutia, quien compartió que reducir el uso de maquinaria pesada en los viñedos fue uno de esos métodos para reducir la compactación del suelo, y que toda la fruta se cosecha a mano.

Por ahora, la falta de agua no es la principal preocupación para CVNE.

"Todo lo que hacemos en nuestras fincas es de secano, no regamos", reveló.

Cuando se le planteó la cuestión de la viticultura orgánica certificada, Urrutia sugirió que hay más de una forma de despellejar a un gato.

"Creo que lo más importante, que todo el mundo debería intentar hacer, es eliminar el uso de herbicidas. Volverse orgánico es algo que hemos analizado y discutido, y mucho de lo que eso implica lo estamos haciendo de todos modos, y continuaremos haciéndolo. No estamos certificados, tal vez podríamos estarlo en algún momento en el futuro. ¿Sería genial tenerlo? Sí. ¿Es todo perfecto con lo orgánico? No. Lo orgánico permite el uso de sulfato de cobre [contra el moho], y eso no es lo ideal".

Pasar a la acción

El vino, como cualquier industria, requiere energía, y las emisiones resultantes están, irónicamente, contribuyendo a las condiciones que hacen que el cultivo de la uva sea más desafiante.

En abril del año pasado, CVNE se unió a la Asociación Internacional de Bodegas para la Acción Climática (IWCA, por sus siglas en inglés), y el mes pasado alcanzó el estatus de Gold Member, en reconocimiento a los esfuerzos de la compañía para frenar su huella de carbono. Otros miembros de oro incluyen Jackson Family Wines, con sede en California, VSPT Wine Group de Chile, Sula Vineyards en India, así como los productores españoles Familia Torres, Alma Carraovejas y Viñas Familia Gil.

"Es útil tener esfuerzos colaborativos que nos ayuden a reducir nuestro impacto ambiental. Tiene que ser parte de todo lo que hacemos".

"Este año", continuó, "las emisiones de gases de efecto invernadero se redujeron en un 16%, y las redujimos en un 12% en 2022".

"El próximo objetivo para este año es que el 30% de la energía que se consuma en la bodega provenga de fuentes renovables y autogeneradas. Estábamos en un 14% en 2022 y en un 23% en 2023, esto proviene de dos fuentes: paneles solares en los techos de todas nuestras propiedades y, en segundo lugar, en lugar de quemar combustibles fósiles para calentar el agua que usábamos para limpiar los equipos de la bodega, ahora usamos calderas que queman los recortes que producimos de nuestros viñedos, que quemamos de todos modos".

"Lo ideal sería que no quemáramos recortes", dijo Urrutia, "pero tenemos que hacerlo de todos modos, y al hacer esto no tenemos que quemar más diésel. Seguimos teniendo el 100% de la energía que compramos de la red proviene de fuentes renovables, y también estamos reduciendo nuestro consumo de combustibles fósiles con el transporte, utilizando camiones eléctricos".

En general, Urrutia es optimista sobre el futuro de las operaciones vitivinícolas de CVNE: "Convencer a la gente de que compre un vino siempre es un desafío mayor que elaborarlo".

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