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Valores que encuentran valor: El argumento empresarial de Trivento a favor de la sostenibilidad

La responsable de sostenibilidad, Mercedes Álvarez, habla con db sobre la integración de la sostenibilidad en el modelo de negocio del productor mendocino.

Olvídate de los estereotipos de la Nueva Era cuando hables con Mercedes Álvarez, responsable de sostenibilidad de Trivento. Mientras habla desde Argentina, con la luz del sol matutino de Mendoza llenando la oficina a sus espaldas, se muestra apasionada y directa, articulando el difícil equilibrio que supone promover la sostenibilidad para una empresa internacional. Habla en serio.

Fundada en 1996, la empresa lleva mucho tiempo practicando la sostenibilidad. Sin embargo, gran parte de ella era anterior a la creación de un departamento específico y estaba desarticulada. "Había acciones y eran buenas, pero al integrar la sostenibilidad en la estrategia empresarial nos aseguramos de hacer un seguimiento y evaluar la eficacia de estas acciones". La nueva estructura significaba responsabilidad.

"Estoy en la mesa donde se toman las decisiones", explica. Donde antes las decisiones podían incorporar la sostenibilidad como una idea idealista de última hora, ahora Álvarez puede plantearla a todos los niveles. Su defensa significa que impregna todos los niveles de los procesos de la empresa: "cada decisión, ya sea comprar un viñedo o limpiar una botella, tiene que tenerla en cuenta". Si siente la presión del cargo, en el que ahora tiene que seguir y justificar un montón de iniciativas, no lo deja traslucir.

En cambio, disfruta con el reto de cumplir los objetivos de sostenibilidad. Álvarez insiste en la igualdad de los tres pilares de la sostenibilidad: medioambiental, social y económico. Todo debe encajar en el plan económico general, pero Trivento ha hecho grandes progresos en los objetivos sociales y medioambientales.

El componente social fue el primer pilar en encajar en la estrategia. En 2008, Trivento creó un aula en sus instalaciones. El programa, el primero de este tipo gestionado por una empresa de Mendoza, permitió a los empleados de Trivento completar su educación secundaria, con apoyo y tutoría desde dentro de la empresa. Este año, amplió la oferta a miembros de la comunidad local. Mientras tanto, desde 2019, las ventas del Malbec Blanco de la empresa ayudan a financiar becas en todo el país a través del programa de becas Fonbec.

Sugiero un modismo inglés - "la caridad empieza por casa"- como resumen adecuado. Álvarez se apresura a rebatirlo. "No es caridad", dice. "No se trata sólo de dar y no ver qué pasa. Es importante que los beneficiarios se comprometan a mejorar y completar la escuela".

En lugar de ser caridad, las iniciativas sociales positivas se han convertido en una inversión clave para el productor. Para los empleados, hay mejores oportunidades de promoción y la posibilidad de mejorar la vida de sus hijos. Para Trivento, ha habido una mejor retención del equipo, un mayor compromiso y motivación. Para la comunidad, se abren oportunidades para completar sus estudios.

En cuanto a la situación medioambiental de la región, Álvarez comienza con un duro balance: "Mendoza tiene un ecosistema muy frágil. Somos un desierto". Esa fragilidad ha engendrado una responsabilidad con el paisaje.

Salvaguardar sus tierras, sobre todo mediante la gestión del agua, es una de las prioridades de Trivento. Aunque el agua es un bien increíblemente barato en Argentina, el coste medioambiental potencial supera con creces el gasto.

Para ello, la empresa ha invertido mucho en irrigación. El 96% de los viñedos de Trivento cuentan con riego por goteo, siendo el riego de precisión la clave del programa. Esto no sólo reduce el despilfarro, sino que también atiende a las necesidades de la vid en función de la variedad, el análisis del suelo y los datos meteorológicos en tiempo real.

Álvarez nos dice: "Si tienes un buen sistema de riego, podrás darle a la planta la cantidad que necesita y también dársela en el momento en que la necesita". El control de precisión permite que las uvas destinadas a distintos embotellados crezcan de forma diferente: "también es una herramienta para el vino que viene al final".

La eficiencia también es clave en la estrategia energética de la empresa. El mantra de Álvarez es reducir el consumo: "la mejor energía es la que no usamos". Ha dado lugar a iniciativas como las botellas más ligeras, que reducen considerablemente la energía utilizada en el transporte.

También hay un ambicioso programa de paneles solares en todos los edificios de Trivento, que proporcionan energía limpia a la empresa. Donde el espacio para paneles solares es limitado, y con poca energía renovable en el mercado argentino, la empresa compensa el resto de sus emisiones de electricidad con certificados iREC. Como explica Álvarez, no sólo es positivo para el medio ambiente, sino también para la industria de las renovables: "Esto demuestra que hay demanda para este tipo de plantas de energía renovable instaladas en cualquier parte del mundo".

Ese empeño en justificar el negocio es quizá la faceta más impresionante del proyecto de sostenibilidad de Trivento. Como gran productor, sus iniciativas tienen un impacto positivo tangible, pero también abogan por la sostenibilidad como un buen negocio para toda la industria. A medida que avanza, el argumento se refuerza cada año.

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