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The Big Interview: J García Carrión’s Toni González

Mientras la industria vinícola española se enfrenta al cambio climático, pocos están tan bien situados como Toni González, de J. García Carrión, para debatir posibles soluciones. Gabriel Stone informa.

Hay ocasiones en las que resulta útil contar con 33 cosechas a tus espaldas. Pregunte a cualquier bodeguero y le confirmará que en este negocio nunca hay dos años iguales, pero 2023 no ha sido, desde luego, la añada para ser un enólogo novato en el sur de Europa, y mucho menos en España.

Como director de enología de J García Carrión, empresa que presume de ser la mayor productora de vino de Europa y la cuarta del mundo, Toni González ha tenido que recurrir a toda su experiencia para superar un año muy complicado. Pero 33 añadas no sólo aportan experiencia; también son una fuente vital de perspectiva.

"Recuerdo cosechas difíciles como las de 1995 o 1997, cuando también hubo una grave sequía en España", recuerda González. De hecho, añade: "Aquellas cosechas fueron más difíciles entonces, porque yo tenía menos experiencia".

En cambio, a pesar de los sombríos titulares -la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) prevé que la cosecha española de 2023 será un 19% inferior a la media quinquenal del país-, González se muestra sorprendentemente optimista.

"Este año ha ido bien", comenta. "Nuestras bodegas cuentan hoy en día con mejores equipos para hacer frente a cualquier problema".

Las responsabilidades de González abarcan las bodegas J García Carrión repartidas por todo el país, desde Rioja y Penedès hasta una empresa conjunta en Rueda y, más al sur, instalaciones de producción en Valdepeñas, La Mancha y la base original de la empresa en Jumilla.

Tampoco se trata de operaciones pequeñas.

Las instalaciones de Marqués de Carrión en Rioja Alavesa tienen una capacidad anual de 50 millones de botellas, Los Llanos en Valdepeñas puede producir hasta 100 millones de botellas al año, mientras que Daimiel en La Mancha aumenta aún más el volumen con una producción potencial anual de 225 millones de litros de vino, y eso antes de incluir la importante operación de zumo de frutas.

"Este año ha sido especialmente malo en regiones como Valencia, Jumilla y Cataluña, cuyo volumen ha bajado entre un 25 y un 30%", informa González.

Aunque había otros retos meteorológicos a los que hacer frente en 2023, confirma la "grave sequía" como el factor más influyente.

Aún más preocupante, observa González: "En algunos lugares como Cataluña es el segundo año [de sequía] consecutivo".

En cambio, valora Castilla-La Mancha como "menos mala", mientras que Rioja -la región que sigue siendo sinónimo de vino español para tantos consumidores internacionales- sólo bajó "un 5-6%", según González.

Es más, observa que incluso este déficit relativamente modesto "se debió principalmente a la nueva normativa más que al clima". Una reciente modificación del reglamento de Rioja ha hecho, en palabras de la DO, "obligatorio que las instalaciones de las bodegas se dediquen exclusivamente a la producción de uva y vino de Rioja".

La cantidad es un problema, pero ¿qué pasa con la calidad de las uvas que llegan a las bodegas? Una vez más, González está bien situado para comentar lo que evidentemente ha sido un panorama muy heterogéneo, dependiendo del rincón de España en que se mire.

"La calidad ha sido muy diferente según las regiones", confirma. "Ha sido muy irregular". Aunque si hay un patrón discernible, sugiere: "La ola de calor ha afectado especialmente al vino tinto. Los viñedos no han madurado adecuadamente; nos ha afectado más negativamente que a los blancos".

Mientras tanto, los productores españoles se preparan para la perspectiva de que tales extremos de sequía y calor se conviertan en un reto más habitual, que exija soluciones a largo plazo si se quiere que la viticultura siga siendo comercialmente viable.

Si se tiene en cuenta que la vid es una de las pocas plantas capaces de prosperar en condiciones en las que el trigo, los tomates y otros cultivos básicos fracasarían con toda seguridad, se trata de un reto que tiene implicaciones vitales para los medios de subsistencia de estas regiones afectadas.

"Los viticultores y agricultores están dando pasos", confirma González.

Los sistemas de riego son uno de los aspectos que se están revisando, ya que los agricultores intentan regar de forma más eficiente.

"Pueden ayudar a compensar la falta de lluvia, pero sigue siendo difícil que las vides soporten las temperaturas más altas", explica González. Igual de vital es, dice, estudiar "la adaptación de las labores de la viña a la conservación de la humedad".

A esto se añade el problema de los diferentes derechos de riego en las distintas regiones españolas, por lo que algunos productores no pueden acceder a esta opción.

"Una alternativa al riego es no arar el suelo para no romperlo y provocar más evaporación", sugiere González.

"Hemos hecho ensayos en el pasado, pero en esta sequía no han servido de mucho. Tenemos que hacer algo más grande".

 

(Imagen: Condiciones de sequía: Cataluña, hogar de Jaume Serra, vio llover poco en 2023)

En opinión de González, la salvación no está tanto en la gestión del suelo como en las decisiones sobre qué variedades de uva plantar en las regiones más afectadas.

"La mejor solución es plantar las variedades de uva más autóctonas y resistentes a la sequía", argumenta.

Para González, hay dos candidatas principales para la promoción. "Variedades como la Monastrell o la Tinto de Toro [Tempranillo] serían las más interesantes de explorar", dice. "Pueden ir bien a temperaturas más altas y en sequía".

Sin embargo, mientras que en 2022 el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación anunció que la Tempranillo había superado a la Airén y se había convertido en la uva más plantada en España, la Monastrell (también conocida como Mourvèdre) es una variedad en declive. Desde el año 2000 se han perdido en España unas 28.443 hectáreas de esta variedad. Quizá esto tenga que cambiar.

Aunque los productores pueden -si los fondos lo permiten- desempeñar un papel activo en esta transición hacia variedades de uva más adecuadas, González subraya que necesitan un mayor apoyo del Gobierno y de los organismos regionales.

"La DO debe ayudar en este frente permitiendo que este cultivo se realice más rápidamente", argumenta. "En algunas zonas no se puede cambiar lo plantado con tanta rapidez".

Mayor apoyo

Otro ámbito en el que, en opinión de González, el Estado podría influir positivamente es en la intensificación del apoyo a la investigación de variedades híbridas de uva, desarrolladas para resistir bien en condiciones cálidas y secas.

Los beneficios potenciales del éxito en este campo no sólo tienen que ver con el rendimiento, sino que ayudarán a que los productores españoles no pierdan terreno frente a países que actualmente están mejor situados para satisfacer la creciente demanda de vinos de menor graduación alcohólica. "Algunos agricultores están sugiriendo que estos híbridos les ayudarían a conseguir vinos de menor graduación alcohólica", observa González, que admite que "el alcohol ha ido subiendo bastante", a pesar de todas las modernas técnicas de bodega de que dispone.'

Mientras tanto, J. García Carrión aprovecha su considerable escala para impulsar proyectos de investigación independientes.

Puede que la Inteligencia Artificial (IA) sea un tema de actualidad para muchos, pero la empresa lleva cinco años ejecutando un proyecto con IA en sus viñedos de Ribera del Duero.

"Nos ha dado la oportunidad de medir el clima, de optimizar todos nuestros sistemas, de mejorar aspectos de nuestro cultivo como el riego", esboza González. "Estamos empezando a ver buenos resultados".

En particular, destaca el modo en que "estos algoritmos y las previsiones meteorológicas realizadas cada año nos permiten recomendar las mejores prácticas sobre el terreno".

Basándose en la información ya recopilada, J García Carrión ya está estudiando cómo aplicarla a algunas de las regiones más afectadas por el cambio climático.

"Estamos intentando utilizar los resultados de estos estudios en zonas como Jumilla y Valdepeñas, donde pueden desempeñar una función preventiva", informa González.

Aunque es evidente que la empresa sigue considerando que sus sucursales del sur son ramas comercialmente viables -de hecho, comercialmente vitales- del negocio, no es de extrañar que gran parte de la reciente expansión se haya centrado en regiones más septentrionales.

¿Puede la expansión de los viñedos en el norte ayudar a compensar las dificultades del sur?

"No esperamos que España se convierta en un actor menor en términos de producción de vino", afirma. "La viticultura forma parte de nuestra forma de vida y la uva de vinificación siempre será uno de los cultivos prioritarios en España. Es cierto, sin embargo, que el crecimiento en las regiones vinícolas situadas en el norte de la península será más importante, ya que suelen verse menos afectadas por el cambio climático."

En concreto, González destaca "lugares como Castilla y León y Galicia, donde la producción en su conjunto está creciendo, pero nosotros mismos también estamos creciendo en estas zonas".

Dentro de Castilla y León, las DO de Ribera de Duero y Rueda han experimentado una notable inversión en nuevas plantaciones de viñedo por parte del grupo J García Carrión.

España no es el único país que se enfrenta a los retos que plantean añadas como la 2023. Bodegas de todos los tamaños y formas tienen un papel que desempeñar en la búsqueda de soluciones sostenibles.

Pero, por si el peso de la responsabilidad sobre una parte tan importante de la cosecha de uva de su país no fuera suficiente, figuras como Toni González están ahora en primera línea para aportar respuestas cruciales.

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