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Italia cae por debajo de Francia en producción de vino por culpa del cambio climático

La producción vinícola francesa supera a la italiana por primera vez en nueve años, tras una cosecha difícil para sus vecinos del sur, ya que se culpa al cambio climático del declive.

Según un comunicado del Istituto di Servizi per il Mercato Agricolo Alimentario (ISMEA), la producción italiana de vino desciende a "algo menos" de 44 millones de hectolitros, lo que supone un descenso del 12% respecto a los 50 millones del año pasado.

En la actualidad, se prevé que la cosecha francesa se sitúe entre 44 y 47 millones de hectolitros, lo que la situaría por encima de Italia, aunque también ha tenido que hacer frente a condiciones climáticas extremas.

Las previsiones de cosecha del Observatorio Assoenologi, ISMEA y la Unión Italiana del Vino, señalan que podría ser la cosecha más escasa de los últimos seis años, caracterizada por los "efectos ya crónicos del cambio climático" que crearon patrones meteorológicos extremos, incluyendo más de un 70% de días de lluvia en los 8 primeros meses del año pasado, y crearon una serie de diferencias en todo el país.

En el norte, sin embargo, los niveles suben ligeramente, un 0,8%, mientras que las islas centrales, meridionales e italianas podrían registrar fuertes descensos del 20 al 30%.

La enfermedad fúngica Peronospora tuvo un impacto significativo, ya que está causada por las frecuentes lluvias, que dejaron muchos viñedos "sin posibilidades", especialmente en las regiones central y meridional.

Pero las previsiones también señalaban que la enfermedad no influía directamente en la calidad de las uvas sanas, y que los primeros racimos cosechados destinados a vino espumoso "presentaban buenos niveles de acidez e interesantes marcos aromáticos, que dan perspectivas enológicas positivas".

En su opinión, el tiempo de septiembre y octubre será "decisivo" cuando se produzca la mayor parte de la cosecha. La contracción general del volumen podría "hacer que el récord de producción se trasladara a Francia", aunque advirtió que las próximas semanas serían vitales para las variedades más tardías.

El Presidente de Assoenologi, Riccardo Cotarella, ha declarado: "La cosecha a la que nos enfrentamos es muy compleja, caracterizada sobre todo por los efectos de los cambios climáticos que a finales de primavera y principios de verano fueron la causa de enfermedades patógenas como la Peronospora, inundaciones , granizadas y sequía.

"La imagen que se desprende de las previsiones de vendimia indica un descenso bastante importante de la producción de uva, sobre todo allí donde la vid ha sido atacada repetidamente por enfermedades. En cuanto a la calidad, la cuestión es más compleja. A partir de la cosecha de 2023, obtendremos sin duda vinos de buena calidad, con picos de excelencia. Mucho dependerá del trabajo, empezando por el de los enólogos, realizado en el viñedo y en la bodega. Es precisamente en estas añadas inusuales cuando es necesario poner todos los conocimientos técnicos y científicos para paliar los daños de un clima cada vez más imprevisible".

Pero Cotarella afirmó que el nivel de producción no era preocupante, dados los elevados niveles de existencias y la ralentización de la demanda interna y externa, y abogó por que Italia aumente su competitividad.

Y prosiguió: "Debemos trabajar para reducir la diferencia en términos de valor entre nosotros y Francia y reforzar el posicionamiento competitivo de los vinos de calidad, haciendo que incluso los vinos corrientes se caractericen cada vez más frente a los competidores".

El Presidente de la Unión Italiana del Vino, Lamberto Frescobaldi, añadió que se necesitan opciones políticas a medio y largo plazo, además de una reforma estructural del sector.

Dijo: "es necesario cerrar de una vez el tema de la sostenibilidad y modernizar el viñedo italiano, que por término medio es viejo, difícil de mecanizar y caro de gestionar. También hay que revisar los criterios de autorización "rápida" de nuevos viñedos en función del rendimiento de las denominaciones, así como reducir los rendimientos de los vinos genéricos y revisar el sistema de DOP e IGP, incluida su gestión del mercado".

"Estas son las herramientas que permitirán al vino italiano dar el salto de calidad necesario para afrontar tanto la situación económica de los mercados como los cambios estructurales".

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