Achaval Ferrer: la emblemática serie Finca "merece estar en el panteón de los grandes vinos mundiales

La bodega argentina Achaval Ferrer afirma que su emblemático trío Finca de Malbec de viñedo viejo merece estar en "el panteón de los grandes vinos del mundo", ya que está considerando añadir un cuarto Malbec de terruño a su gama de vinos finos ultrapremium.

En declaraciones al sector de las bebidas la semana pasada, el enólogo Gustavo Rearte afirmó que, aunque todavía no podía entrar en detalles, la posibilidad de lanzar un cuarto Finca surgió tras la adquisición por parte de la bodega de una nueva finca en 2019. Hasta la fecha, se han producido tres cosechas, y el equipo está "muy contento" con la última, por lo que es probable que se lance un cuarto Finca dentro de dos años.

"En un par de años estaremos anunciando el lanzamiento del cuarto Fincas -proviene de otra denominación, de una propiedad plantada en 1923, con el mismo discurso que el Fincas- es un malbec pero con un enfoque diferente en el perfil del suelo. Entendemos y agradecemos que en Mendoza se puedan encontrar estas joyas y buscamos todos los años encontrarlas", dijo.

Según Rearte, existe una fuerte demanda de la nueva ola de vinos argentinos de terruño. En los últimos veinte años, el conocimiento ha crecido, y una nueva generación de sumilleres y clientes se asoma al Nuevo Mundo y "encuentra una experiencia de terruño", según Rearte.

"Creemos que el mundo está tratando de encontrar vinos que aporten un mayor conocimiento del terruño argentino, y tenemos la suerte de contar con tres de ellos", afirmó.

El enfoque en el terruño está muy en línea con el principio fundacional de Achaval Ferrer, que se lanzó en 1998 con la visión de demostrar que el Malbec "no es sólo un vino, es una descripción de diferentes notas de cata dependiendo de dónde se cultive", explicó Rearte - un enfoque del Viejo Mundo desde un vino del Nuevo Mundo que quizás era inusual a finales de los 90.

El trío de fincas -Achaval Ferrer Finca Mirador, Achaval Ferrer Finca Bella Vista y Achaval Ferrer Finca Altamira- son la cumbre del vino del grupo, que "ponen el listón muy alto" para el Malbec, afirma Rearte.

Por ello, Mercedes Castellani, directora de marketing de Tenute del Mondo Wine Group, sostiene que los Finca "merecen un lugar en el gran panteón de los grandes vinos del mundo como iconos mundiales", señalando que si un restaurante tiene una carta de vinos que incluye iconos como Almaviva, Screaming Eagle o Vega Siciliana, "también debería tener Finca".

"Intentamos liderar el espacio argentino", explica, señalando que el equipo quiere "demostrar la versatilidad de los vinos y que merecen un lugar en el panteón mundial de los vinos, no sólo de los vinos argentinos".

Los vinos, que salen a la venta en todo el mundo el primer lunes de abril, tienen una disponibilidad muy limitada: se elaboran a partir de cepas centenarias de bajo rendimiento que rinden unas 2,5 toneladas por hectárea, lo que significa que se necesitan tres cepas para producir una sola botella, explica Rearte.

Como resultado, las existencias se asignan estrictamente entre países y clientes. Por ejemplo, en 2019, solo se produjeron 4.220 botellas del Achaval Ferrer Finca Mirador 2019, junto a 6.710 botellas del Achaval Ferrer Finca Bella Vista y 9.468 botellas del Achaval Ferrer Finca Altamira 2019.

"Tenemos tres directores, uno en América, otro en Europa y otro en Asia, ¡y se pelean por ello!". Rearte sonríe.

La diferencia del terruño

Los vinos, dice, se crean y vinifican exactamente de la misma manera, y la diferencia se debe puramente al terruño, que refleja los diferentes suelos, emplazamientos y altitudes de los tres viñedos.

Finca Mirador se encuentra al este de Mendoza, a 700 metros sobre el nivel del mar, en suelos arenosos de drenaje libre que no sólo están en la zona más cálida de Mendoza, sino que también reciben mucha luz solar. Esto se traduce en un Malbec más especiado, con aromas de fruta negra y grafito y "una frescura única", afirma.

"Es muy especiado en mi opinión, lo que no es muy común", señala Rearte. "En general, cuando la gente piensa en Malbec, piensa en floral y fruta roja".

Por su parte, Finca Bella Vista, la propiedad más antigua, plantada en 1910, se encuentra en el lado sur del río Mendoza, en Luján de Cujo, a 900 metros sobre el nivel del mar. Las cepas centenarias están plantadas sobre arcilla de un antiguo lecho fluvial (Luján de Cujo ha estado seco durante los últimos 20 años, tras la construcción de la presa de Potrerillos en las montañas), lo que le confiere un carácter muy floral, suave y sedoso en el paladar medio, explica Rearte. La influencia de la altitud, con sus días calurosos (hasta 32 grados en verano) y la brisa fresca de las montañas por la noche, da a las vides mucho tiempo para recuperarse, lo que hace que la expresión final de los vinos conserve una gran frescura, señala Rearte.

Por último, Finca Altamira -el vino que lo empezó todo- se elaboró por primera vez como cosecha comercial en 1999. Aunque las cepas de 70 años proceden de la propiedad más joven (plantada en 1950), es el lugar más elevado de los tres, a 1.100 metros sobre el nivel del mar. Situado en el lado este del río Tunuyán, el terruño es único al ser una mezcla de materiales con tierra, arcilla, arena, minerales, piedras y ceniza volcánica, lo que da lugar a un vino muy complejo.

Como señala Rearte, hay una "intensidad desde el lado de la piedra y mineral, con aromas de fruta negra, especias, con un frescor en el paladar medio cubierto de grafito y tiza" unido a una gran frescura tanto por los suelos de drenaje libre como por la gran diferencia diurna debida a su altitud.

"Estamos enseñando a nuestros clientes que no sólo van a degustar Malbec, van a degustar un producto que está aportando diferentes aromas y notas de cata en el paladar medio en función de dónde se cultiven las uvas", explica. "Somos más que productores de vino, somos productores de uva, porque los vinos son el resultado del periodo de cultivo de las uvas".

Achaval Ferrer está disponible en Jeroboams Trade y Jeroboams Shops.