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Los monjes denuncian la reventa ilegal de cerveza trapense

Los monjes belgas han respondido a la reventa ilegal de cervezas trapenses a precios elevados modificando la forma de obtenerlas.

Tras descubrir que sus cervezas se revendían legalmente a precios inflados en otros países, los hermanos de la abadía belga de Saint-Sixtus han tomado medidas para recordar que la cerveza trapense no se elabora en beneficio de especuladores.

Hasta ahora, la venta de cerveza trapense de la Abadía de San Sixto estaba estrictamente regulada y sólo estaba realmente al alcance de particulares que podían recoger sus pedidos en la puerta de la abadía o en un centro de visitantes cercano. En 2021, la abadía puso en marcha un proyecto piloto de entrega a domicilio, con pedidos de un máximo de una caja de cerveza a clientes con dirección en Bélgica, pero no fue suficiente para aplacar la demanda, y los chanchullos especuladores han obligado a la abadía a adaptar sus normas durante un periodo de prueba de un año para intentar acabar con las ventas ilegales.

Para hacer frente a este problema, la abadía ha revelado esta semana sus planes para que sus tres cervezas - Trappist Westvleteren Blond, Trappist Westvleteren VIII y Trappist Westvleteren XII - se vendan en tiendas de licores holandesas independientes durante un año, en un intento de impedir que las empresas compren cajas a la abadía y las revendan en la frontera a precios inflados. Durante el año de prueba, la cerveza trapense de la abadía también se distribuirá en los Países Bajos a través de un importador de Hulst.

Según informa el diario neerlandés Algemeen Dagblad, la abadía había conseguido atajar la reventa ilegal en Bélgica, pero los hermanos seguían consternados porque el problema se había trasladado al otro lado de la frontera.

El periódico católico neerlandés Katholiek Nieuwsblad profundizó en el asunto y señaló que "en los Países Bajos existe un lucrativo negocio de especulación, con botellas de Trappist que se revenden a tiendas, cafés y restaurantes por grandes sumas de dinero" debido a la popularidad y escasez del producto.

Actualmente, una caja de 24 botellas de Trappist Westvleteren XII pedida en el sitio web de la abadía se vende al por menor por 48,80 euros, lo que equivale a poco más de 2 euros por botella. Pero la misma cerveza, comprada a través de un minorista no autorizado en otro país, ha llegado a costar más de 10 euros por botella.

En respuesta al asunto, la abadía declaró a los periodistas: "Estas prácticas usureras son diametralmente opuestas a los valores de la comunidad. Al fin y al cabo, los hermanos quieren que el mayor número posible de personas disfrute de sus cervezas trapenses a un precio normal y justo."

La cervecería de la Abadía de San Sixto, situada en la provincia belga de Flandes Occidental, data de 1839, cuando recibió una licencia de cervecero firmada por el rey belga Leopoldo I.

La cervecería de la abadía pertenece a la Orden de los Cistercienses de la Estricta Observancia y cuenta con 20 monjes y nueve trabajadores laicos que trabajan sólo 42días de fabricación al año y producen anualmente unos 7.500 hectolitros de su apreciada cerveza trapense sin filtrar ni pasteurizar.

Las cervezas deben ser elaboradas estrictamente por monjes mediante el método de infusión, utilizando únicamente ingredientes naturales como agua, malta de cebada, lúpulo y levadura. Además, para obtener la marca trapense, todas las cervezas deben elaborarse en el entorno de la abadía, el proceso debe ser supervisado por monjes o monjas y los beneficios deben revertir en la comunidad religiosa o en obras de caridad.

Sólo cinco cervezas belgas llevan el logotipo de "Auténtico Producto Trapense": Chimay, Orval, Rochefort, Westmalle y Westvleteren. Las cervezas trapenses Westvleteren XII suelen considerarse las más raras.

Según informes recientes, el futuro de la cerveza trapense es cada vez más incierto debido a que cada vez menos personas se sienten atraídas por la vida de monje. Este mismo mes, otra fábrica de cerveza trapense ha revelado su intención de cerrar tras conocerse la noticia de que sus últimos cuatro monjes habían manifestado su intención de marcharse, lo que deja a la categoría de la cerveza trapense en una situación precaria.

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