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¿Debería el vino tinto seguir formando parte de la sagrada dieta mediterránea?

Durante décadas, el consumo de una o dos copas de vino tinto se ha considerado un elemento clave de la dieta mediterránea, a menudo considerado por los científicos como la cumbre de un régimen equilibrado y variado. Sin embargo, un estudio de cuatro años de duración pone en tela de juicio esta opinión tan arraigada. 

El mes pasado se publicó un nuevo artículo del Dr. Miguel Martínez-González, titulado ¿Deberíamos eliminar el vino de la dieta mediterránea? , y que constituye el punto de partida de un estudio de cuatro años del Consejo Europeo de Investigación en el que participan 10.000 españoles de entre 50 y 75 años.

Evaluará el impacto del consumo moderado de vino en problemas como las enfermedades cardiacas, el cáncer y la diabetes. Pero, ¿está justificada la afirmación?

Vino y salud

Anteriormente, los científicos habían afirmado que la dieta mediterránea pierde hasta un 23,5% de su efecto protector si se elimina el vino. Tradicionalmente, junto al efecto protector del consumo de vino tinto, la dieta incluye pescado, aceite de oliva y se centra en ingredientes frescos en lugar de productos procesados.

Se cree que los compuestos que se encuentran en la piel de la uva, los polifenoles, que son un compuesto presente en el vino tinto, así como en frutas, verduras y otras hierbas y especias, actúan como antioxidantes, previniendo enfermedades cardiovasculares e incluso tipos de cáncer.

De hecho, al tener un impacto positivo en el corazón, también puede aumentar el flujo sanguíneo a otras partes del cuerpo, incluidos los órganos sexuales, ayudando en problemas como la disfunción eréctil.

En otro estudio sobre el "consumo mediterráneo" moderado, en el que se bebía vino tinto con las comidas o a lo largo de una semana, se descubrió que el consumo de alcohol de ligero a moderado disminuía los "riesgos relativos de mortalidad prematura y de mortalidad por cáncer y enfermedades cardiovasculares".

Otros estudios clínicos sobre los beneficios del consumo moderado de vino revelan a menudo cómo ayuda a vivir más tiempo. En 2015, un ensayo clínico estadounidense descubrió que el resveratrol, un compuesto presente en el vino tinto, podía ralentizar la aparición de la demencia.

De hecho, incluso hay estudios que demuestran que el vino blanco en pequeñas cantidades es saludable, como el realizado en un estudio que no encontró diferencias perceptibles entre los beneficios para la salud de las uvas Pinot Noir y Chardonnay en cuanto a la regulación del colesterol. De hecho, el consumo de ambos vinos produjo "una mejora significativa de los niveles de colesterol", informaron los investigadores.

Paradoja francesa

Además de la dieta mediterránea, que se considera responsable de la longevidad de los habitantes de los países del sur de Europa, también existe la "paradoja francesa", que el científico Serge Renaud puso de relieve en un famoso programa de televisión 60 Minutes.

Él inició gran parte del trabajo de estudio de los beneficios saludables del consumo de vino tinto y su capacidad para ayudar a prevenir diversas enfermedades cardiacas, algo que atribuyó a haber crecido con sus abuelos en Burdeos.

Una vez dijo de su obra: "Si no hubiera vivido con mis abuelos y bisabuelos en un viñedo cerca de Burdeos, quizá no se me habría ocurrido esta idea.

"Cuando ves a personas que llegan a los 80 o 90 años, que han estado bebiendo pequeñas cantidades de vino todos los días, no crees que el vino en dosis bajas sea perjudicial".

Nuevo estudio

Pero Martínez-González afirma que, para los menores de 35 años, el alcohol debería eliminarse de la dieta mediterránea, aunque esto se basa principalmente en el consumo excesivo, y no en la moderación, y admite que hay una serie de factores en juego en esta valoración.

En el resumen del nuevo estudio de cuatro años de duración, Martínez-González afirmaba: "El consumo moderado de alcohol (o, más concretamente, de vino tinto) representa uno de los componentes beneficiosos postulados de la dieta mediterránea tradicional. Numerosos estudios no aleatorizados bien realizados han señalado que el consumo de alcohol entre ligero y moderado no sólo se asocia a un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, sino también de mortalidad por cualquier causa.

"No obstante, el alcohol es una sustancia adictiva que impone enormes amenazas para la salud pública. El consumo de alcohol se asocia a un mayor riesgo de cáncer, daños neurológicos, lesiones y otros resultados adversos. Por lo tanto, a pesar de los resultados de los estudios epidemiológicos observacionales convencionales que apoyan un posible papel beneficioso del vino en el contexto de un patrón dietético mediterráneo saludable, sigue existiendo una fuerte controversia sobre esta cuestión."

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