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Por qué una bodega de Rioja ha apostado fuerte por los "depósitos inteligentes

Bodegas Tobía, en Rioja Alta, empezó a utilizar depósitos de fermentación "inteligentes" en 2003 y afirma que dan "un vino de mayor calidad a un precio más bajo".

Enclavada en la villa medieval de Cuzcurrita del Río Tirón, en la Rioja Alta, a medio camino entre Logroño y Vitoria, se encuentra Bodegas Tobía.

Es una ubicación inteligente para una bodega, cerca del río, protegida del viento ibérico por dos montañas y un punto clave en la ruta turística de peregrinación. Pero el emplazamiento no es lo único inteligente de este productor.

A pesar de operar dentro de una ciudad amurallada del siglo XV, Bodegas Tobía ha encabezado una revolución técnica en Rioja.

El productor fue pionero en España en el uso de lo que su equipo enológico denomina "depósitos inteligentes", y lleva más de 20 años elaborando casi todos sus vinos tintos en estos depósitos. También es responsable de la elaboración del primer rosado fermentado en barrica del país (Alma de Tobía Rosado), que inició la tendencia de los vinos rosados añejos españoles.

"El coste de compra e instalación de los depósitos inteligentes es casi el doble que el de los depósitos tradicionales. Sin embargo, ayuda a reducir nuestros costes anuales de producción, por lo que a largo plazo será beneficioso para la bodega", explica a db Carlos Ocete, enólogo y responsable de la zona de exportación de Bodegas Tobía.

El fermentador inteligente es un sistema de vinificación patentado que "aprovecha la excepcional capacidad natural del gas de fermentación (40/50 litros de CO2 por litro de mosto) para obtener una extracción suave y eficaz", explica Ocete.

Denominado Metodo Ganimede (o método Ganimede), según el productor es un "verdadero aliado de los vinicultores" gracias a una tecnología que engloba "sencillez, inexpensibilidad y versatilidad".

Esencialmente, el dióxido de carbono producido por la fermentación se utiliza para remontar el mosto.

Las ventajas de este enfoque son muchas, por lo que los viticultores de Alsacia y Dordoña han optado recientemente por los depósitos de fermentación Ganimede. En España, otra bodega de Rioja, Bodegas Montecillo Navarrete, también ha invertido en equipos inteligentes, al igual que la Estación Enológica Leiro de Orense (Galicia).

"Nos permite conseguir la máxima expresión de aroma y color en los vinos, favorecida por una maceración en frío de la materia prima", dice Ocete.

"Además, evita los remontados diarios, por lo que es aún más beneficioso para la salud de los trabajadores y pueden invertir ese tiempo en el desarrollo de otras tareas en la bodega", señala Ocete.

La muerte de dos trabajadores de Rioja por exposición a gases tóxicos en la bodega a principios de este mes sólo puede ser positiva.

Otras ventajas de utilizar el método Ganimede son "la posibilidad real de trabajar con grandes cantidades de uva con un resultado cualitativo final más que notable y muy diferente del trabajo realizado tradicionalmente", afirma Ocete.

Además, este método conlleva un menor riesgo microbiológico "gracias a la atmósfera saturada de CO2" y la posibilidad de realizar ciclos totalmente automáticos, lo que reduce la necesidad de mano de obra, una herramienta útil cuando ésta es difícil de conseguir.

"Se consigue una ágil decantación/descarga, mediante un sistema cerrado que recupera todo el vino de yema, muy diferente a los actuales sistemas con hélices y sinfines, más caros y perjudiciales, con más mano de obra, tiempo de trabajo y, sobre todo, limpieza", explica Ocete.

También hay una gran ventaja comercial, ya que tras la fermentación en los depósitos inteligentes el vino adquiere una "suavidad extraordinaria", lo que significa que está listo para el consumo mucho antes, "incluso cuando la fermentación acaba de terminar", afirma Ocete. Los productores pueden llevar su vino a los camiones para su entrega y a las estanterías de los comercios mucho más rápido.

¿Qué importancia tiene la tecnología punta para el futuro de Rioja Alta?

"La implantación de este tipo de tecnología sólo puede añadir valor a nuestros productos", afirma Ocete. "A medida que la tecnología se desarrolla, tenemos que invertir menos en productos o acciones enológicas, somos capaces de controlar mucho mejor los puntos críticos de la producción y, por tanto, al final, lo que obtenemos es un producto de mayor calidad a menor precio."

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